El ogro sin plumas (Italo Calvino)
Italo Calvino |
Había una vez, en un reino muy lejano, un rey que enfermó gravemente. El mago de la corte le advirtió que sólo podía curarse con una pluma del ogro de la montaña. Era algo muy difícil de conseguir, puesto que el ogro devoraba a todos los que se le acercaban.
Pero un joven soldado, valiente y leal, sintió pena por el monarca. Se puso en camino y, cuando llegó la noche, entró en una posada.
El ogro vive en una de las siete cavernas de la cima – le dijo el posadero -. Si te atreves, pregúntale por mi hija, quien desapareció hace muchos
años. ¿Y no me traerías también a mí una de sus plumas?
Lo que pides tendrás – dijo el joven.
Por la mañana, el joven partió y llegó hasta la orilla de un caudaloso río. El barquero lo cruzó en su barca.
El ogro vive en la séptima caverna. Tráeme una pluma para mí y pregúntale por qué extraño encantamiento no puedo bajar de esta barca…
Lo que pides tendrás – prometió el soldado.
Luego descansó junto a una fuente que estaba seca. Su dueño le dijo:
Al mediodía, el ogro no está y la muchacha que lo sirve podrá ayudarte.
Averigua por qué mi fuente, que antes daba agua de oro, ahora está seca.
Lo que pides tendrás – le aseguró el joven.
El decidido muchacho llegó a la cima, buscó la séptima cueva y descubrió la puerta del ogro. Una bella muchacha lo recibió.
Te ayudaré, pero debes prometerme que me llevarás contigo. Escóndete debajo de la cama y no hagas ningún ruido, porque te comerá de un
bocado si te descubre.
La joven preparó una suculenta cena y le puso especias perfumadas para condimentarla. De esta manera, el ogro no pudo descubrir con su olfato al intruso.
Luego de la cena, se durmió sobre su gran cama y la joven se acostó en el piso. A medianoche, le arrancó una pluma. Él protestó.
Es que tuve un mal sueño – le dijo la joven -. Soñé con una fuente que daba un agua de oro y ahora está seca… ¿Qué le habrá pasado?
Tu sueño es real. Dentro de la fuente hay una serpiente de oro enroscada; si la matan, el agua brotará nuevamente – le explicó el ogro y se
durmió.
Al rato, la joven le arrebató otra pluma. Él se quejó.
¡Tuve otro sueño! Había un barquero que no podía bajar de su barca…
Otro sueño verdadero. Es porque está encantado: cuando alguien suba a su barca, tendrá que bajarse a tierra primero y el otro quedará atrapado.
El ogro volvió a roncar y la muchacha le arrancó la tercera pluma.
¡Qué noche de pesadillas! Ahora he soñado con un posadero que no sabe dónde está su hija.
Esa hija eres tú. ¡Y ya no sueñes, si no quieres que te coma!
Al amanecer, los jóvenes se escaparon. Corrieron hasta la fuente y le explicaron al dueño el misterio. Cruzaron el río en la barca, le revelaron al
pobre hombre cómo podría escapar de ella y le dieron una pluma. Al llegar a la posada, el padre de la joven recibió la segunda pluma y lloró de la alegría al ver a su hija. Quiso que se casara de inmediato con el valiente soldado. Él aceptó encantado. Sin embargo, fue primero a ver al rey. Con la tercera pluma lo curó de su enfermedad. El monarca le dio una cuantiosa recompensa y el soldado se fue corriendo a su boda.
¿Y el ogro? Al parecer, los había perseguido para devorarlos, pero luego de cruzar el río, el barquero había saltado antes que él. El ogro nunca más pudo bajarse, porque todos conocían el truco y no volvieron a subir a la barca.
En Cuentos populares italianos. Buenos Aires, Fausto 1978. (Versión de Stela Maris Cochetti)
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